El marco conceptual de los determinantes sociales de la salud
Los determinantes sociales de la salud hacen referencia al impacto que sobre la salud y el bienestar tienen las condiciones de vida en las que las personas viven, estudian, juegan trabajan… Tradicionalmente se ha asociado la salud a una cuestión biológica, sin embargo, factores como los trabajos, el entorno en el que vivimos, la renta, la educación, así como aspectos relacionados con el sistema político y económico explican gran parte de la salud de la población.
¿QUÉ SON Y POR QUÉ SON IMPORTANTES LOS DETERMINANTES SOCIALES DE LA SALUD?
La salud se ha definido como aquella manera de vivir que es autónoma, solidaria y gozosa (1). Tener salud no es únicamente no estar enfermos/as. De hecho, una persona que padece una enfermedad puede, al mismo tiempo, sentir bienestar o tener la capacidad de disfrutar de una vida plena.
Del mismo modo que debemos entender la salud desde una visión amplia, también debemos ampliar la mirada sobre los factores que la determinan. El modelo adoptado durante siglos también desde la medicina acerca de esta cuestión -el llamado modelo biomédico-, se ha centrado en definir la anomalía o la patología, en diagnosticarla y en aplicar el tratamiento que la revierta a la normalidad o mejore el pronóstico. Los avances producidos en el ámbito sanitario han contribuido enormemente a la mejora de la salud de la población, pero sin embargo éstos son limitados si nos fijamos en los efectos positivos sobre la esperanza de vida y el descenso de la mortalidad derivados de las múltiples mejoras en las condiciones de vida de las poblaciones. Podemos afirmar que la salud es resultado de las condiciones en que las personas viven, trabajan, juegan, se divierten, se relacionan y envejecen. Estos factores son los llamados determinantes sociales de la salud y Dahlgren y Whitehead (2) los representaron en un modelo de estratos o capas de influencia que podemos observar en la Figura 1.
En la parte central situaron factores relativos a las personas y que, en un principio son inmutables, como la edad, el sexo o los factores genéticos. Alrededor de estos, en una segunda capa, se encuentran las conductas relacionadas con la salud, como la alimentación, la práctica de actividad física o el consumo de alcohol o tabaco. En una tercera capa, aparecen las relaciones interpersonales y el apoyo social con el que cuentan las personas. En una cuarta capa, se incluyen aspectos como las condiciones de vida y trabajo y el acceso a bienes y servicios básicos -como el sistema sanitario- que condicionan la posibilidad de las personas de mantener su salud. En último lugar, se muestran las condiciones socio económicas, culturales, políticas y medioambientales más generales, y que condicionan la configuración de los determinantes sociales antes citados. Estas estas capas se relacionan entre sí y afectan finalmente a la salud de las personas y comunidades, condicionando los niveles de salud que estas pueden alcanzar.
Existen muchas circunstancias que influyen en nuestra salud, más allá de la genética y el estilo de vida, son los determinantes sociales de la salud, que explican las diferencias injustas y evitables en la forma de enfermar y morir entre grupos de población. Incidir en estos determinantes, con políticas públicas, es imprescindible para garantizar el derecho a la salud.